La yakuza (任侠, やくざ) es el equivalente japonés del crimen organizado. Es una mafia japonesa que se remonta al siglo XVII.
Durante el período Edo, la figura del samurái era privilegiada dentro de la sociedad debido a su eficiencia militar y los servicios de seguridad que prestaban a la comunidad, a través de los daimyō (señores feudales).
Al final del período Edo, Japón inicia su era moderna y continúa unificándose en un solo gobierno, así que muchos samuráis eran despedidos porque resultaban inútiles a los nuevos destinos de la nación y se convertían en mercenarios ambulantes conocidos como rōnin.
Estos siguieron haciendo trabajos de manera independiente para sus jefes y la alta sociedad. Al cabo del tiempo se empezaron a organizar en bandas paramilitares que protegían regiones a cambio de comida y comodidades que proporcionaban la comunidad. Poco tiempo después terminan dominando los negocios ilegales de Japón.
A finales del siglo XIX y al iniciarse el XX tenían el control de la prostitución, las apuestas, el contrabando, lavado de dinero, los espectáculos, la especulación de bienes inmobiliarios, la extorsión, y el tráfico de drogas, pornografía y armas.
Su organización se derivó de los códigos de los samuráis pero mucho más estructurados y fortalecidos.
Los novatos se adoctrinan a través del sistema Senpai-kōhai en el cual se especifica los procedimientos de castigo a la deslealtad como por ejemplo, la amputación de un dedo meñique para aquel miembro que cometa algún fallo grave o incurra en traición, dicha amputación sirve aún en la actualidad para reconocer a los miembros retirados o disidentes.
Los tatuajes dentro de la organización son muy importantes, revelan muchas veces el rango dentro de la organización, el clan al que se pertenece, el lema del clan.
El término yakuza surgió a finales del siglo XIX, siendo utilizado por primera vez entre un grupo de delincuentes conocido como los bakuto, quienes se dedicaban a montar negocios de apuestas y juego ilegal.
Los bakuto gustaban de un juego de cartas llamado Oicho-Kabu (normalmente se juega con cartas kabufuda, aunque también se puede jugar con cartas hanafuda), en el que la peor mano era un ocho, un nueve y un tres: es decir, "ya", "ku" y "za", en japonés.
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